jueves, 18 de septiembre de 2014

Azul edulcorado.

Oh, mierda, otra vez. Un agujero aparece en la entrepierna de mis pantalones vaqueros. Cuatro o cinco luminosas soluciones pasan por mi cabeza. Aunque creo que al final me quedo con la de poner un parche improvisado. Luego empieza a levantarse mientras voy andando y acaba correteando por mis piernas, como las monedas que llegan hasta la planta del pie cuando tienes los bolsillos agujereados. Finalmente: tendré que reemplazarlos.

Atravieso el portal acristalado y de pronto me hallo sumergido en un estereoscópico festival de música discotequera, entre trapos y prendas edulcoradas (no sé, ahora todo está edulcorado), mangas de camisas desteñidas y poperos colores amarillos. Están ahí, las capitalizadas expresiones faciales de ídolos del cine en forma de camisetas, apiladas unas encima de otras sin consenso alguno. “¡Oh, dios, ese es un Stormtrooper!” Salto al hiperespacio de arco iris. Quiero comprar y consumir. Siento el impulso de levantar el brazo, puño en alto, y moverlo al compás de la música BUM BUM BUM… Pero, bien. Venimos a por pantalones. Simples. Sacudo la cabeza y despierto. Rápidamente, mientras mi expresión de asco va progresivamente en aumento, doy una pequeña vuelta por la tienda. No hay pantalones válidos y, si los hay, los dejo por el camino. Vengo de otro planeta. Los entes que por ahí moran son esclavos de los trapos, los trapos de colorines edulcorados. El nerviosismo va en aumento y decido salir corriendo. Salgo un tanto encogido. Reflexiono. Inevitablemente, la moda acaba resultando una expresión puramente personal. Pero esa expresión casi involuntaria, a veces, termina en una desvalorizada obsesión por aparentar. Me abruma. Tanta superficialidad me insta a querer salir de ahí.

Azul casi transparente. Mi debilidad es la cultura capitalizada. Libros, libros. Puestos a gastar dinero, gastémoslo en libros. Es una especie de fetichismo. Azul casi transparente. Solo el título del libro me llama la atención. Azul casi transparente como el de algunos pantalones desgastados a propósito que podía haber encontrado después de atravesar aquel portal de cristal. Mi futuro pantalón queda transmutado en “Azul casi transparente”, del Murakami oscuro. El otro.

Es como un puñetazo de crudeza y personalidad. La vida a través de los ojos de unos jóvenes heroinómanos pero con un aire intimista, puro, una especie de haiku suicida. Luego el protagonista sale al balcón únicamente a contemplar el horizonte mientras llueve de forma reconfortante. Solo él lo entiende. 

3 comentarios:

  1. "Azul casi transparente". Haré algo más que apuntármelo. Gracias.

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  2. Es como una especie de Trainspotting japonés. :D

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  3. Muy bueno tu relato Tomeu, el futuro pantalón del Murakami oscuro, la superficialidad de una sociedad consumista. :))

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