He leído un artículo editorial perteneciente al diario El
País en el que se trata, una vez más, el tema “crisis” pero, esta vez, alzando
un ánimo de: Venga, que no estamos tan mal. Está bien la visión optimista de
las cosas, siempre hay que tener confianza en uno mismo para salir de la
situación en la que está o simplemente, confiar en que un golpe de suerte puede
llegar a darte ese empujón que necesitas. Si no fuésemos optimistas, no
llegaríamos a conseguir ningún propósito. Ahora bien, no está bien ser optimista
de pose.
¿A qué me refiero? Bien, en la situación en la que
estamos, nos ha tocado sufrir una crisis económica de la que la población de a
pie no es culpable, de la que son culpables los peces gordos de las finanzas y
todos aquellos “que se han hecho a sí mismos” construyendo bloques y bloques de
hormigón armado, nada bonitos, que se alzan imponentes destrozando la belleza
costera en alguna parte del litoral español. Entonces, supongo que a alguien de
a pie que coja este artículo editorial y lea “los privilegiados que
pueden trabajar al día siguiente” y seguidamente “Y reunirse en casas en vez de
salir por ahí contribuye a reforzar vínculos sociales” no creo que le haga
mucha gracia. Creo que lo que comienza intentando ser algo cercano, un grito de
ánimo, termina en una broma un poco pesada que te baja el ánimo riéndose de
aquellos que no van a cenar fuera y refuerzan vínculos sociales debido a eso,
debido a su poco dinero. Como ejemplo, me viene la siguiente frase
esclarecedora a la cabeza: “Tranquilos, no tenemos ni un duro, comeremos
macarrones que es lo más barato, porque no podemos ir a cenar fuera, mientras
reforzamos nuestros vínculos sociales”. Esta editorial me ha parecido una pose
un poco triste, el que la ha escrito, uno de esos privilegiados, seguramente bastante
privilegiado (posiblemente el director del periódico), te dice que no podrás
seguir teniendo el nivel de vida que tenías antes porque no tienes dinero,
igual tampoco trabajo, pero que no te preocupes, que de tu ruina sacarás los
increíbles buenos hábitos de ahorrar ligeramente cerrando el grifo mientras te
lavas los dientes o siendo ecológico debido a que usas el transporte público.
El mensaje que intenta ser un poco cómico y cercano respecto a la situación
económica no tiene gracia cuando el que se ríe no es como tú. Te puedes reír de
ti mismo, eso siempre ha dado resultado, pero no lances un mensaje “optimista”
de imagen con alguna broma que, aunque bien intencionada, te hace acabar
reflexionando sobre el triste plato de macarrones que tienes para cenar que se
compensa con tu nuevo hábito solidario con el medio ambiente. Exagerar sí que
he exagerado, pero lo que venía a decir lo he dicho.