Paseando por la calle mayor que
iluminada empezaba a estar de las primeras luces nocturnas. Aún la luna cedía
los últimos rayos de luz al sol; la luz atenuada. Media tarde. Bajando por la
calle al ritmo de la música de nuestra propia energía. Las ocho.
- Tío, he tenido una idea. Cada
cinco pasos saltamos arriba y fotografía -
- ¿Qué dices? -
- Uno, dos, tres, cuatro, cinco…
-
Yo en un giro aéreo me encaraba a
la cámara y ella disparaba. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Al oír el quinto
paso me vuelvo y salto. Fotografía. Después de unas cuantas repeticiones me
adueño de la máquina. Yo hago la cuenta. Me persiguen porque la idea les parece
estúpida. Se interponen entre mi objetivo y ella. Uno. Dos. Tres. Cuatro.
Cinco.
-Tío, no me dejáis alternativa.
Voy a saltar y apretar el botón a la vez para que no salgáis delante –
Llegamos al lugar concurrido, al
triángulo de bares de la calle mayor, al triángulo de las cañas. Me dicen que
deje de hacer el idiota con la cámara. Nos adentrábamos en una tasca a por nuestra
bebida rubia. Cuatro normales y una con limón. Acto seguido conspirábamos sobre
la noche del día siguiente.
- Vaya maneras... – mira a los demás y apunta – El otro día
decíamos que mañana íbamos a pillar y él dijo “a mi me van intelectuales”. – Pone
gestos un tanto burlescos. Abro los ojos e intercedo.
-
Yo me hago el interesante – acabo arqueando la ceja – y hablo de
literatura y del nihilismo de la vida y esas cosas… (aquí es como que quieres
dar la sensación de rollo bohemio y tal)
-Mañana ligamos hablando de
matemáticas – mirada cómplice y estrechamos la mano.
-Mira, mira. Primero entras con
la canción, luego cuentas el chiste de la parábola y preguntas sobre la
fórmula. –
-¡¿Y el juego?! Cuando te digan
la palabra, espalda al suelo. –
- Dios, dios, dios, dios.
Canción, parábola y… joder, ¿en medio
dices la palabra y como un gilipollas con la espalda pegada al suelo? –
-Hasta que te toquen, espalda al
suelo – Se supone que cada uno teníamos nuestra palabra clave y cuando alguien
la dijera tendríamos que pegar la espalda al suelo y no levantarnos
(opcionalmente hacer la cucaracha) hasta que cualquier ente nos rescatara
simplemente con un leve contacto.
Ahora reímos todos. Las risas
veraniegas apagan la conversación. Septiembre es el mes decadente, todo lo que
quedaba pausado vuelve a ponerse en marcha, todo lo que había quedado en la
bruma empieza a condensarse y aterrizamos. Esta era de las últimas. De esas en que
la luna cediera los rayos al sol de las ocho de la tarde. Luz atenuada.
Hola Tomeu! me gustaría invitarte a Mundoliterario. La página es: www.mundoliterario.net
ResponderEliminar¡Saludos!
Muchas gracias! Me paso :)
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