Nada. He existido.
Jean-Paul Sartre.
Esto de mirarse al espejo y
encontrarte cada vez a alguien distinto puede parecer preocupante. Pero tampoco.
Es la habitual ceremonia de poner las cosas en su sitio, un pequeño parón,
detenerse en el oasis y decirse a uno mismo un “bien, veamos qué es lo que
llevamos”. Es el pertinente recuento de daños que viene después de cada
aventura: cada incursión, cada escaramuza deja su rasguño pequeñito, cada paso
dado contribuye a gastar un poco más la suela de mis zapatillas hasta que llega
el momento en que un agujero te hace tocar el suelo de forma explícita. Eso es
mi calzado y yo, que suelo ir a pie a todas partes por pereza, pero dejad que
me explique, simplemente voy andando porque sé que de esa forma depende única y
exclusivamente de mí mismo el tiempo que empleo en llegar a mi destino, de lo
contrario empiezo a ponerme nervioso si el bus urbano se dedica a jugar con mi
tiempo, que siempre es justo y está mal calculado, y a dedicarle más de lo normal
a cada parada, recreándose el conductor en la tarea de devolver el cambio a los
nuevos pasajeros y etcétera, etcétera. Por eso, hilando con lo anterior que iba
diciendo, reitero: cada segundo mal contado te deja una huella irreparable. Y
no puedes hacer nada. O tal vez dos cosas: lamentarte del tiempo perdido e
intentar buscarlo o, segunda, dejar pasar las cosas, que sucedan a su aire,
inevitablemente. Y mientras sigues mirándote, sigues con el recuento de los
malogrados segundos de tu vida.
Más que nada, hablo de recuento
por parecer obligado el hacer la lista de las desgracias que ha dejado el año a
su paso por nuestra personal historia. Dicho esto en sentido melodramático.
Tampoco es eso. Tampoco sé lo que es. Sé lo que no es. No es ningún logro haber
sobrevivido de nuevo hasta el punto en que nos encontramos (bueno, siempre con
matices y dependiendo de qué situaciones). Simplemente las cosas suceden una
detrás de otra, tú las tomas "bien" o "mal" y todo junto te proyecta adelante en el
tiempo. Quizás exista un componente romántico que aligere un poco la situación,
algo así como la libertad sartreana.
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