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Todos los científicos del centro se
apelotonaban alrededor de la galería con cristal protector que había sobre la
sala de experimentos. La cual, era una habitación circular completamente
blanca, que recordaba precisamente a una sala de operaciones por su cantidad de
luces cenitales y aquella pulcritud un tanto macabra, por no hablar de la
cantidad de instrumentos un tanto dispares. Alrededor de la sala habían puertas
de grueso acero y blindadas que marcadas por un número rojo concretaban el ensayo
que ahí dentro albergaban. Y desde la ventana abovedada que por encima de estas
puertas, como galería que era, daba una visión magnífica de lo que sucedía ahí
abajo, en aquella sala de experimentación hermética, a los científicos que
intrigados se fijaban en aquella rutinaria prueba y muestreo de datos de la
puerta 13.
Tres investigadores estaban situados en la sala: uno armado con una
gran vara metálica con dos diodos en la punta. El siguiente con una libreta para apuntar y
comprobar. Y el tercero, más atrás, con
la única misión abrir y cerrar la puerta de la habitación del ensayo
biotecnológico que se iba a tratar.
-Experimento nº13. Día 24 de
mayo de 1985. Desde el centro RBRC, el profesor Svaytoslav con su ayudante
Mikhailov se dispondrán a tomar datos y a realizar un análisis rutinario con el
individuo, el cual tiene implantado un nuevo plásmido: el HIC 34.- Narró una
voz monótona desde un altavoz.- Ahora se procederá a abrir la puerta blindada
que dejará vulnerables a los tres dotados científicos que hay en la sala de
experimentación. Por tanto, se autorizará la utilización de elementos con
diodos de descarga eléctrica con el fin de defenderse en caso de riesgo.
El científico que estaba controlando la puerta, con un gesto que
denotaba la seguridad que tenía en aquel momento, abrió la puerta pulsando con
fuerza el botón rojo. Día tras día pasaba por aquel desarrollado plan de
trabajo. Que de forma monótona realizaban, cada uno con su tarea precisada.
Este gran proyecto únicamente se basaba en un "ensayo y error":
probar nuevos plásmidos que alteraban el genoma y añadírselos a algún objeto a
analizar. Esperar, reunir datos y desecharlo por una causa cualquiera mientras
otros científicos desarrollaban nuevas inyecciones que volverían a suministrar con
nuevos plásmidos.
Y este nuevo experimento, como otro cualquiera, no llegaba a
asombrarle. Los hombres del laboratorio dijeron que habían multiplicado la
dosis y habían añadido un gen nuevo experimental. Bajo el punto de vista de aquellos
expertos, este gen, sería un gran cambio respecto a lo hecho hasta
ahora. Pero como sabían todos, eso se había dicho siempre con los nuevos
experimentos. Iba a ser un muestreo como otro cualquiera, se dijo a sí mismo
Dmitrii Markovic. Pero estaba engañado.
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