Se nos ocurrió la magnífica
idea de ir a comer a un buffet libre, un Wok chino de 6,70€. No sé si ellos
consideran que te cobran la entrada como si fueras al cine o si te cobran en
plan menú extendido a un número indefinido de platos. Así que, resumiendo, te
cobran 6,70€ por comer. Lo calificamos de ganga. Comer lo que quieras hasta
saciarte lo que quieras a precio de un triste McMenú. El tío Donald era la
alternativa. Pero esta vez los americanos perdieron. Y ahora mismo me ha venido
una idea a la mente mientras escribo: ¿podríamos sustituir al “Tío Sam”, que
está pasado de moda, por el “Tío Donald”, o por “El King” de Burger King que tiene
más gancho? Lo siento McDonald’s, aunque soy más de tu comida. En fin, la
globalización ha hecho que llegue un Wok justo en el lugar en que estábamos.
También ha hecho que llegue un Kebab justo al lado, pero era más caro.
La comida estaba toda
incluida. Esto es peligroso. Cuando te levantas a llenar el plato comes por los
ojos y acabas creando montañas de lechuga y tomate mezcladas con ensaladilla
rusa, barritas de cangrejo, pasta de colorines y rollitos de primavera. El
momento culminante, el punto crítico, llega a la hora de escoger la salsa. Tienes
que tener la mente despejada y las ideas bien claras. Escoges la salsa del color
más divertido y la rocías muy generosamente sobre tu montaña de alimentos.
Puede ser que te salga bien la jugada o que destruyas tu paladar con una
confusión de sabores indescifrables.
Me acuerdo que mi amigo, mi
hermano y yo planteamos la posibilidad de vivir eternamente en el lugar. Vuelvo
al debate del principio. Es decir, ¿qué pasa si entras en el restaurante y no
sales? ¿Hay límite de tiempo para zampar? ¿Si pagas la entrada puedes quedarte
todo el tiempo que quieras? Mientras estábamos conversando sobre estas
inquietudes vino la camarera con sus finísimos modales orientales y nos
preguntó qué queríamos beber. No había botellas de agua grandes de esas de dos
litros así que tuvimos que conformarnos con una sola botella de medio litro
para tres personas. Era gracioso. Enseguida se acabó el agua y pedimos otra
botella igual. Mi hermano preguntó sagazmente: ¿pero la bebida está incluida? Y la
china, disculpándose sobrecogedoramente, nos respondió que no y se fue al ver
las expresiones de nuestras caras. ¡Nos decepcionó que no estuviera incluida el
agua! En un buffet libre que la bebida no estuviera incluida y te la sirvieran
en botellas de medio litro de cristal era un punto negativo puestos a gastar poco. Costaba 6,70€, y nos habíamos hecho la idea de que costaba 6,70€. Quiero decir que si sumabas botellas de agua no era tan maravilloso. Se me ocurrió la
brillante idea de coger la botella vacía e ir al baño a llenarla con agua del
grifo y ahorrarnos así más botellas de agua de medio litro. Actué con
discreción porque podría romper todos los protocolos de comportamiento en un
Wok. Podríamos haber pedido agua del grifo a la camarera. Pensándolo bien,
hubiera sido interesante la reacción de la camarera si le hubiéramos pedido
agua del grifo. Igual hubiera creído que era una muestra de nuestra indignación y no le hubiera sentado bien. Aunque no sé por qué te van a mirar mal por pedir agua del grifo.
El caso es que quise aventurarme en aquella hazaña. Volví con la botella llena
y pudimos beber agua del grifo y nos supo mejor.
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