domingo, 9 de marzo de 2014

Diseccionando el arco iris.

Ayer asistí a una clase de disección del arco iris. Bueno, vale, no era una clase, era la presentación de un libro de poesía. La vida se resume en seis o siete colores, los que forman el arco iris, que dan tono a nuestras emociones. Eso era la base del libro. Descuartizando los colores, buscando su esencia y explicando la vida, más bien el amor, a través de ellos. Bien, pasando por nigérrimo o el violeta,  el verde, azul y rojo y todos los restantes que no me sé que salen fruto de la poética refracción de la luz al atravesar las gotas de agua, me di cuenta de que la vida, explicada en colores, no se parece nada al arco iris. Para mí sería más parecido a esto:


Sí, un cuadro de Jackson Pollock. ¿Veis vuestra terrible infancia, arriba a la derecha? ¿O alguna de aquellas aleatorias anécdotas? Creo que están por el medio. Sí, oh, la vida es de colores. El negro de la muerte, el rojo pasión, el verde de esperanza… y el castaño de tu pelo, el azul turquesa, el gris hojalata o el color número 123 de la paleta de colores de Photoshop. Juntémoslos todos, pintemos nuestros recuerdos a pinceladas y seguramente salga la imagen más caótica que podríamos imaginar. Nuestra idealizada existencia se desmorona en un cuadro de Jackson Pollock. Pero para la autora de ese libro sólo existían seis o siete colores (¿cuántos tiene el arco iris?).

Voy por partes. El caso es que había ido a la presentación de un libro de poesía. La “original” idea del libro era ordenar los poemas a partir de los colores que he dicho. Bueno, sólo decirlo me parece una cursilada. ¿A quién se le ocurre descuartizar el arco del cielo y reordenarlo con poemas enganchados, no sé ni si con mala cola, y expresar algo…? No sé. Lo único que me sirvió de todo aquello es que empecé a pensar. Sí, estaba de acuerdo, al menos, en que el poeta es una clase de pintor que utiliza palabras como pinceladas. ¡Pero no los colores del arco iris! Voy a mirar al cielo, un día después de llover, y queda representada la vida. Luego me pongo a cantar “Somewhere over the rainbow” y todo se vuelve de color rosa.

Jackson Pollock. Pensé en la manera de representar la vida por medio de la pintura. Y creo que la vida debe de ser algo desordenado, inexplicable, aleatorio, caótico. Es curioso saber que hay estudios sobre la obra de Pollock que demuestran que sus obras siguen, asombrosamente, un orden matemático. Sus obras son fractales, es decir, sucesiones infinitas como las ramificaciones de un árbol o la estructura de los copos de nieve.


Si nos ponemos a pintar la vida, seguramente acabemos manchándonos de muchos más colores que los propios del arco iris. Quizá debamos agujerear los botes de pintura y pasear por encima del lienzo para tratar de ser lo más objetivos posible. Lanzar salpicaduras de colores aleatorios y buscar el caos.

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