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sábado, 31 de octubre de 2015

I.

Desde el primer “como”,
introductorio del apocalíptico arrebato de la belleza,
despierta la mente dormida
y salta a imaginar
(haciendo la revolución predica):
como si los pies que se sujetaran a la tierra
se quisieran alejar de la firmeza
y buscaran sentir el hálito del viento fresco,
revolucionario en cada coma y en cada verso,
en la fulgurante poesía.

sábado, 22 de agosto de 2015

El mirar pasajero.

El mirar pasajero de unos
ojos claros desconocidos que alguna vez
me vieron y no han de tornar a hundir sus pupilas
en las mías por aquel error
del tiempo siempre traicionero.

Lleno de angustia el viandante por las calles de la vida
ante la injusticia
sobre el andén declama su extenuada pena,
a la mirada de nostalgia ya por siempre perdida
recita:
-A los ojos claros desconocidos
que se cruzaron con los míos y se fundieron
con el tiempo siguiendo la vía del tren,
en el vértice del horizonte, haciendo imposible
el reencuentro, quiero decirles:
habéis dejado mi alma erosionada
con vuestra mirada,
habéis dejado herido al errante
sobre el andén.-

-El vano segundo finito perdido en la infinitud
de los temores solamente queda
y con él el calor de un momento clave,
la caricia fugaz de esas pupilas,
el clamor de la angustia de sobrevivir
a golpes, a trazos gordos, a cada instante.
Un olvido incesante. –

-A la mirada desconocida de ojos claros
que a perderse vinieron a encontrarme,
sobre el andén, al errante,
y perdieron de vista la mirada de la nostalgia,
quiero decirles:
el instante ha sido asesinado por el tiempo
y el destino nos tendrá reservado
el insoportable peso de lo transitorio,
el insoportable peso de no volver a vernos.

jueves, 23 de julio de 2015

Hoy es el día.

¿Sabéis el día en que os azota un
viento nuevo y os despereza,
como un golpe fresco
que despierta de un letargo profundo?

¿Sabéis el día en que camináis,
observando neutrales la deriva del todo,
las gentes sonríen,
las otras atareadas,
las calles repletas,
el mendigo en la calle,
la fortuna en su esquina,
el asco que acecha y la penumbra que alumbra,
todo prosigue como si nada
y el sol pega vertical
como una flecha ardiente,
pero tú, tú
buscas un rincón en que echar tus lágrimas?

¿Sabéis ese día?
hoy es el día,
he caminado siempre en las sombras,
la verdad enterrada,
y el viento de la madurez
que levanta las hojas del otoño,
amarillas,
que tapan los males
con su leve olvido mortecino,
yaga pulsante que no olvida
espera a mostrarse.

Hoy es el día,
hoy es el día en que el viento
se llevará las hojas
y mostrará la herida,
y caminaremos por la deriva de la vida,
y el sol será vertical, las gentes
andarán deprisa,
se cruzarán como si nada.
Y tú en medio de todo.

Los desgraciados que invocarán a la suerte,
la casualidad de su desgracia,
simplemente.
Y aquellos ojos que me miraban,
que se echaron a llorar,
no me dijeron nada.
Simplemente,
no lo entendía.
¿Era la rabia por lo que no sentía?
¿Era la introspección,
la zambullida en el alma, la apatía,
el velo de la pasividad?
¿Era el viento fresco otoñal,
la resaca de la infancia,
el aclarecer de la madurez?

¿Sabéis el día en que el golpe
de la realidad despeja las dudas,
el agua de la verdad te sacude la cara,
te empapas de lo inevitable
y de pronto todo lo contemplas?

Pues hoy es el día.

martes, 23 de junio de 2015

Solo existir.

Bajo el cielo y sobre la tierra
pasea el indiferente que yo soy,
cabeza agachada, rima mala de poeta
acompasado por la madrugada en calma,
la sinceridad nocturna.

Movido por un impulso vacío,
endeble, por el hastío,
el motor único del rumor de mis pasos.
Por los suspiros al limbo de las posibilidades.
Por aquellos llantos insurreccionales.
Por el qué ha venido y el qué vendrá,
el mito de las decisiones, los proyectos olvidados.

Voy a escuchar a aquel cantautor,
voz ronca, poesía olvidada,
ahogado en la búsqueda imposible de la belleza
amarrada a la contradicción permanente
de la vanidad de los indolentes,
escondido en la luz apagada.
A ver si con sus ahítos suspiros irracionales
ilumino una pequeña vela.

Entumecido el cráneo, dispersa la mente
bajo la niebla de lo futurible.
Inevitablemente tenemos que dar el siguiente paso final
¿Y qué?
Aire de tranquilidad perpetua pero insistente,
mentirosa que esconde la búsqueda de la imposible belleza
y que busca desgarrarse en estas palabras, que son lágrimas.
Que son un efímero escondite
Que son lo indeseable, a veces…

¿Y el miedo? ¿Dónde ha quedado el miedo?
No te mientas, no.
Bajo el cielo y sobre la tierra
es el miedo el que nos mueve.
Es la frustración de lo que fue posible,
es el golpe, y el acorde, y el otra vez,
y la canción de redención y compasión
y el acerbo,
La contradicción, la contradicción, la belleza imposible
y lo bello de estar desnudo frente a la aparente crueldad.
La hermosura de respirar y seguir adelante,
Adelante.

Bajo el cielo y sobre la tierra
paseo yo, el indiferente,
pisando lo hermoso e indescriptible,
la fiebre, lo próximo, vivir acelerado,
solo existir.

martes, 19 de mayo de 2015


Hay un llanto encerrado,
Hay un lamento iracundo,
Hay una garra escondida,
Hay un grito reprimido,
Hay un grito angustiado, acorazado,
Hay una palabra que brama, una expresión ofuscada,
Hay una dicha valerosa, una máxima egocéntrica,
Hay un verbo apagado, un verbo minimizado,
Hay una decepción paulatina, una caída vertiginosa,
Hay una vorágine recóndita y oscura,
Hay una piedra que pesa en el pecho,
Hay una piedra que busca liberarse de ataduras,
Hay una espina que pretende vociferar de rabia mordida,
Hay un dolor que siente que no siente,
Hay una conmoción que siente que no calma,
Hay un ala inhóspita,
Hay un viento que no alza el vuelo,
Hay un hostil pensamiento,
Hay una indiferencia acumulada,
No hay lugar.
No hay sitio.
No hay noche hospitalaria.
No hay soledad hermana.
No hay.
No hay.
No.
No.

… hay una esperanza calcinada
Unas cenizas debilitadas
Una luz contemplativa
Una leve fría brisa
Una hierba del jardín que pincha la piel
Un rayo de sol que entra por la ventana
Un ligero cruce de caminos que posibilitan
Una serenidad blanca
Un recuerdo vívido y vivaz
Una tornasolada melancolía
Una pequeña lágrima, débil lágrima
Una ternura de nostalgia
Un abatimiento
Unas teclas blancas
Unas manos refinadas y blandas
Unas caricias
Una melodía lenta


martes, 10 de febrero de 2015

Al fondo de las miradas.

Cualquier cosa de esas que nadie comprende ni atiende, pequeña piedra que brilla al fondo de tus ojos.

Desteje el tiempo cualquier cosa de esas, pequeña piedra al fondo de tus ojos, que nadie atiende ni comprende; pero yo he quedado cautivo.

Destiñe el ruido cualquier murmuro
tuyo que nadie atiende ni comprende,
minúsculo al son de la música del tiempo; pero yo he quedado cautivo.

Destruye el cuerpo cualquiera de esos tuyos,
que nadie atiende ni comprende,
punzantes pasivos chasquidos; pero yo he quedado herido.

Destellan las formas los contornos,
deslizantes incesantes y agudos,
resquebrajados rasguidos incoloros; yo he quedado malherido.

Desdibujan aquellas cualesquiera paredes,
ni atendidas ni por nadie comprendidas,
que encierran embriagados tumultos de llantos vacíos; pero yo he quedado descompuesto.

Destejen las lágrimas cualquier cosa de esas,
de las tuyas piedras ínfimas al fondo de las miradas negras que nadie atiende ni comprende; pero yo lo he atendido.

Disuelven los tonos esas tuyas,
que nadie nunca ha comprendido ni ha parado a atender,
manos suaves y pieles mortales; pero yo las he tocado.

Destruyen cualesquiera que sean los sueños,
aquellos que alguna vez atendimos pero jamás comprendimos,
los incontables metros dormidos; pero yo los he medido.

Desmienten todas cualesquiera palabras,
acaloradas y alocadas de nosotros pronunciadas,
las realidades antagonistas y apagadas, de pies en el suelo; nosotros las hemos odiado.

Descansan futuribles los recodos,
cualesquiera que sean, vengan o vayan a venir,
que nuestras mentes recorran, adversarios del mundo; y nosotros lo hemos hecho, hemos mirado al cielo.

Dibujan,
cualesquiera que brillen,
las estrellas los poco alcanzables idilios etéreos en la cúpula nocturna, negra y clara; pero nosotros la hemos mirado.

Como cualquier cosa de esas que nadie comprende ni atiende, pequeña estrella que brilla al fondo de tus miradas…

sábado, 6 de diciembre de 2014

Intangible.

Leve breve mueve entre la bruma
Espesa oscura espuma
Afilada.

Tenue libre salta hasta la Luna
Sola oscura amarga
Cálida.

Nimio mudo de oro insonoro
Lanza un susurro
Murmullo azul lánguido
Imposible.

Luna, oda
Ora calma amortiguada
Cual ola serena
Apagada.

Inmoral aullido inmortal
De roca blanca morada
Sin muros arriba
Al alma aterrada que mueve entre la bruma
La espesa oscura espuma afilada

Ahora callada figura persigue
Alza los brazos bastos a vasta hermosura
Anhelo de temor helado queda
apagado destruido
Intangible.

Solo:
Leve breve yace entre la bruma
Espesa oscura espuma
Afilada.


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Leve y breve.


Está lloviendo. Ya era hora. Está lloviendo. No sé quién me ha empapado de su gusto por la lluvia. Supongo que nadie, por eso me gusta; o supongo que… por eso me gusta.

Joder, saldré a mojarme y quedarme quieto mirando cómo cae. Sí, qué gusto. Suena. Y todo es gris. Y empieza el frío, y corre el viento, y el pensamiento, porque la lluvia limpia la mente.

Han sido cuatro días raros. Han sido cuatro días efervescentes. Han sido cuatro días y hacía falta uno de color gris, lluvia. Se acabó el cínico sol que todo lo quema. La lluvia y el frío mienten poco. El sol por lo transparente hace arder.

Me gusta encapotarme. Paseo encapotado, cobijado por la música de mis cascos, armonizado por la levedad sonora de las gotas de lluvia. Y el cielo queda tendido en mis brazos, y puedes acariciar…

Luego me preguntó que qué me pasaba. Supongo que tengo el pecho un poco encogido, pausado…

-Supongo que…

Llegó aquel encuentro. Llegó la lluvia.

Como cuando un ejército de membrillos invade la casa con su aroma, apostados frente al cuadro que contemplará la putrefacción paulatina de los olores, la sucesión leve de los colores que terminará en un azul perpetuo. Al menos, consiguieron que el polvo fuera más soportable.

Como cuando un leve y breve rayo de luz atraviesa la ventana, chirriando destellante, insoportablemente ínfimo, insoportablemente huidizo que poco a poco mostrará tenuemente todas las partículas flotantes. Al menos, consiguió que el polvo fuera más soportable.

Como cuando partes un hilo de telaraña, invisible e impasible, atravesado en el vacío de la sala y que poco a poco seguirá tejiéndose marginalmente, en la esquina opuesta del espejo que te refleja en toda tu imperfección. Al menos, consigue hacer al polvo más soportable.

Como cuando desestimas las palabras sordas, los gritos apagados, las voces dormidas que salen de la pantalla y fijas tu mirada en el vértice donde se cruzan todos los imposibles. Al menos, consigue que el polvo sea más soportable.

Cuando resulta inexplicablemente ese cincuenta por ciento menos probable y tu espíritu, enfrentado al consenso, marcha al exilio. Cuando sus miradas se cruzan pero caen incoloras, presas de la inseguridad, tus pupilas apagadas. Cuando la fina hierba aún con el rocío hace daño a la piel y al alma. Cuando tu propio soliloquio interno destruye cualquier esperanza.

Al menos, la lluvia hace que el polvo sea más soportable.



martes, 1 de julio de 2014

VII

Y esta piel que vivo,
gruesa como piedra pura,
es de zarza por dentro.
Y me consume,
me consumo a mi mismo.
A veces por dentro vacía,
busco a alguien
con quien llenarme.
Y no encuentro a nadie.
Y sigo vacío.
Refugiado en mi aparente coraza
con zarzas por dentro.


viernes, 11 de abril de 2014

Ocaso de...

...mientras el Sol huye de una luna
que lleva horas esperando ser
protagonista de este paisaje
Conspiramos contra el tiempo
para evitar que este momento termine.
Se encienden las farolas del paseo
y los pájaros empiezan a callar.
Apenas han pasado unos minutos.
Pero la música continúa,
quizá solo en nuestras cabezas
y nos sentimos pequeños.
Pequeños de lo grande que es la hermosura.
Pensamos en la inspiración.
Quizá sea una pérdida de tiempo.
Buscamos el sentido del que carece la vida.
Y no tiene final. Puede ser eterno.