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jueves, 2 de julio de 2015

Poner buena cara.

Es verano y las temperaturas son exageradamente altas. Habiendo acabado el curso, no tengo demasiado que hacer, si acaso entregar mi cuerpo al sol y contemplar cómo me deshago en sudor bajo los omnipresentes y verticales rayos y rascarme de vez en cuando los pelos de la barriga. Pero las noches, a pesar del fatigoso día, sirven de descanso mental, de retiro espiritual.  De relax, de tiempo para pensar cómodamente, de tiempo que perder en lo que yo quiera, de tiempo de escritura. De tiempo de buscar aquello que escribía la semana pasada y ahora no encuentro y quiero encontrarlo porque me gustaba. Vaya desastre. La mesa de mi salón es bastante grande y cómoda, pero está poblada de un sinfín de papeles, bolígrafos de todo tipo de colores, improvisados ceniceros a modo de cajitas de papel donde echar la punta de los lapiceros desbastados por la furia de los bocetos y las rabiosas atacadas de la escritura. Está bien el panorama. Rebuscando papeles, porque quiero dar con la dichosa cosa que escribí hará unos cuantos días, he encontrado una carta del PSOE. Es lo que no buscaba, pero bueno. Nos la enviaron a todos con motivo de las elecciones autonómicas. No sé dónde andará la pepera, aunque ya me lo imagino, supongo que no tardé en deshacerme de ella, cortarla en pedacitos y tirarla a la basura. Sin embargo, en esta del PSOE no me había fijado. Vamos a ver qué dice. Ui, solo empezar, un título que pone “gobernar PARA LA MAYORÍA”. Pues sí, qué remedio, no queda otra. Lo de las minúsculas debe de ser para parecer modernos y el título en sí una de esas grandes frases a modo de tautologías vanas que vienen a no decir nada y parecer decir muchas cosas. Es gracioso, me río por dentro porque me acuerdo de aquello que dijo el señor presidente de que en Cataluña había más catalanes que independentistas, que era un hecho irrefutable, está clarísimo. Bueno, a ver qué más dice. Habla de valores, jajajaja. Tendrán que ocupar todo el hueco del DIN-A4 para que quede presentable. Respeto, igualdad, sencillez, solidaridad, humildad, trabajo. Estas cosas están muy bien, no vas a decir lo contrario, ¿os imagináis?: ostentación, desigualdad, vanidad, avaricia. Qué ridículo me parece. Palabras idiotas que no dicen nada. Eso sí, salen sonriendo. No sé adónde pretenden llegar con un discurso simpático y buenista. Hola, soy progre aunque no estoy enfadado. Valores para un cambio de color en la vida. Bah, lo qué fuisteis y lo que sois. ¿Qué dirían aquellos que ondearon la bandera tricolor de vosotros, que no sois capaces de afirmar lo más esencial de vuestras raíces? Vaya un partido socialista. ¿¡Veis?! Y en la carta sale una mujer que no sé quién es pero que está sonriente. Un cambio simpático, una reivindicación amigable. Qué tontería. Un partido dinástico, un partido a la deriva, un partido absorbido por un sistema y que vive en una contradicción insostenible: la de su propia identidad y sus propias siglas. Os estáis muriendo, os estáis vaciando de contenido mientras ponéis buena cara. Una reivindicación, un clamor de justicia, un puño alzado desde la masa y dirigido al cielo lleva en sí el fervor de la sangre, el espíritu de lucha, el hervir del pueblo, y eso no creo que nazca de ningún otro lugar que no sea el enfado y el hastío, el cansancio, del que reclama, de la miseria del desafortunado, del vulgar nacido en el lado mayoritario de la vida como tantos otros de su estirpe y como viene siendo y será tradición durante toda la historia. ¿Qué pretenden cambiar siendo simpáticos, con una sonrisa? ¿Aquella injusticia que lleva siglos y siglos asentada con violencia, odios, guerras y revoluciones? Bueno, al menos la carta es un detalle. Casi siempre hace ilusión que te manden una carta, es algo que se  está perdiendo y eso. Aunque la del PP pues como que no. A ver, dejaré esto por aquí y seguiré buscando… Vaya, una pelota de goma verde y con dibujitos. Será de mis primas pequeñas…

lunes, 12 de enero de 2015

Por un grito que diga que estamos vivos.

“…nutrir con la literatura ese grano de locura que todos llevamos dentro”.

Voy a cantar a la mediocridad porque tenemos el derecho legítimo a ser improductivos. Voy a gritar hasta rasgar las cuerdas vocales; supongo que es más airoso para el alma.

El abatimiento es lo único que esparcen desde las cimas. Eso y luego la belleza no existe, se olvida. Cae el espíritu en el pozo de la inutilidad práctica. Leed, ved, escuchad, pintad y oíd y pensad y fijaos en las esquinas de las habitaciones que no tienen gracia, porque todo eso no sirve para nada.

Pues yo prefiero oír el chasquido de una rama al pisarla con una de mis botas y quedarme atónito con ello, fundirme en el minúsculo instante en que se produjo el ruido, porque eso no vale nada. Yo prefiero salir corriendo, desnudo, con las manos en el aire y llevando conmigo una horda que entone una canción de esperanza. “Para mí resulta útil que el primer verso rime con el segundo”. Como un atardecer que empapa las conexiones nerviosas de cualquier ser engendrando una lágrima.

No os canséis de no servir para nada. No os canséis de nada. Porque el alma humana está en lo ínfimo, no en lo majestuoso. Oíd las voces de vuestros amigos. Reíd con ganas y llorad de pena, de alegría, de rabia. Desnudos lloraréis y abrigados seguiréis llorando. No lo olvidéis. ¿Y para qué? Para nada. Como una sonrisa que apunta como un rifle. Como una flor que se desangra con una ráfaga. Como un libro que se pudre, roído por las lecturas, en una estantería empotrada. Como tú y yo y nuestras miradas. Como aquel perdedor que pintaba en una esquina. Como aquella de ahí que miraba las estrellas y meditaba. Como la curiosidad insana por saber, por saber y saber y no llegar nunca a nada. Por esa curiosidad insana. Por la belleza de las cosas banales. Por eso, joder. Por la trascendencia de las cosas banales.

No olvidéis que eso es lo que realmente nos hace estar vivos y no acumular mierda encima de mierda. Eso sí que es inútil; con tantas cosas encima ya no podremos echarnos a volar.

domingo, 9 de marzo de 2014

Diseccionando el arco iris.

Ayer asistí a una clase de disección del arco iris. Bueno, vale, no era una clase, era la presentación de un libro de poesía. La vida se resume en seis o siete colores, los que forman el arco iris, que dan tono a nuestras emociones. Eso era la base del libro. Descuartizando los colores, buscando su esencia y explicando la vida, más bien el amor, a través de ellos. Bien, pasando por nigérrimo o el violeta,  el verde, azul y rojo y todos los restantes que no me sé que salen fruto de la poética refracción de la luz al atravesar las gotas de agua, me di cuenta de que la vida, explicada en colores, no se parece nada al arco iris. Para mí sería más parecido a esto:


Sí, un cuadro de Jackson Pollock. ¿Veis vuestra terrible infancia, arriba a la derecha? ¿O alguna de aquellas aleatorias anécdotas? Creo que están por el medio. Sí, oh, la vida es de colores. El negro de la muerte, el rojo pasión, el verde de esperanza… y el castaño de tu pelo, el azul turquesa, el gris hojalata o el color número 123 de la paleta de colores de Photoshop. Juntémoslos todos, pintemos nuestros recuerdos a pinceladas y seguramente salga la imagen más caótica que podríamos imaginar. Nuestra idealizada existencia se desmorona en un cuadro de Jackson Pollock. Pero para la autora de ese libro sólo existían seis o siete colores (¿cuántos tiene el arco iris?).

Voy por partes. El caso es que había ido a la presentación de un libro de poesía. La “original” idea del libro era ordenar los poemas a partir de los colores que he dicho. Bueno, sólo decirlo me parece una cursilada. ¿A quién se le ocurre descuartizar el arco del cielo y reordenarlo con poemas enganchados, no sé ni si con mala cola, y expresar algo…? No sé. Lo único que me sirvió de todo aquello es que empecé a pensar. Sí, estaba de acuerdo, al menos, en que el poeta es una clase de pintor que utiliza palabras como pinceladas. ¡Pero no los colores del arco iris! Voy a mirar al cielo, un día después de llover, y queda representada la vida. Luego me pongo a cantar “Somewhere over the rainbow” y todo se vuelve de color rosa.

Jackson Pollock. Pensé en la manera de representar la vida por medio de la pintura. Y creo que la vida debe de ser algo desordenado, inexplicable, aleatorio, caótico. Es curioso saber que hay estudios sobre la obra de Pollock que demuestran que sus obras siguen, asombrosamente, un orden matemático. Sus obras son fractales, es decir, sucesiones infinitas como las ramificaciones de un árbol o la estructura de los copos de nieve.


Si nos ponemos a pintar la vida, seguramente acabemos manchándonos de muchos más colores que los propios del arco iris. Quizá debamos agujerear los botes de pintura y pasear por encima del lienzo para tratar de ser lo más objetivos posible. Lanzar salpicaduras de colores aleatorios y buscar el caos.

martes, 28 de enero de 2014

Coca colas banales.

“Lo que es genial de este país es que América ha iniciado una tradición en la que los consumidores más ricos compran esencialmente las mismas cosas que los más pobres. Puedes estar viendo la tele y ver la Coca-Cola, y sabes que el Presidente bebe Coca-Cola, Liz Taylor bebe Coca-Cola, y piensas que tú también puedes beber Coca-Cola. Una cola es una cola, y ningún dinero del mundo puede hacer que encuentres una cola mejor que la que está bebiéndose el mendigo de la esquina. Todas las colas son la misma y todas las colas son buenas. Liz Taylor lo sabe, el Presidente lo sabe, el mendigo lo sabe, y tú lo sabes.”

Esto decía Andy Warhol el siglo pasado. Pero ahora, la súper campaña publicitaria de Coca-Cola ha tenido la idea fantástica de acercarse más al consumidor regalándole una exclusiva lata con su nombre. Comprar Coca colas se ha convertido en un juego. Reglas del juego: buscar, rebuscar, desordenar los estantes de refrescos del supermercado en busca de la Coca cola con tu nombre. Entonces, gente como yo se siente frustrado. Todos los que tengáis nombres originales que no están dentro de la lista de nombres frecuentes y aburridos, os comprendo: no podéis comprar Coca colas.

¿Es que no se les ha ocurrido poner en una lata el nombre de “anónimo”? Seguro que yo la compraría además de todos aquellos desgraciados de nombres marginados. Y esta idea me insta a reflexionar: ¿sabrá mejor la Coca cola si plasma tu nombre? No sé si sabrá mejor pero se me ocurren un sinfín de estúpidas ideas que llevar a cabo con susodicha Coca cola. (Abrimos un bocadillo de “sueño”, como el de los cómics, y empezamos a imaginar) Puedes levantar la vista, orgulloso, y pasear con la Coca cola con tu nombre. Tal vez puedas ahorrarte alguna que otra presentación porque bebes una Coca cola con tu nombre. ¿Podría la lata salvarte la vida pudiendo ser una pieza clave en tu identificación después de un grave accidente? ¿Y si un criminal se deja una lata de Coca cola con su nombre en la escena del crimen? (Cerramos bocadillo de “sueño”). Quedan demostradas la cantidad de utilidades de esa lata. Quedan demostradas las oportunidades abiertas ante ti en forma de abanico que se presentan. Queda demostrada que la fórmula secreta de la Coca cola no tiene nada que ver con esto. Queda demostrado que Coca cola esparce felicidad.

Así que:
 ¡Coca cola: felicidad burbujeante enlatada, ahora, con nombre propio! Y sale gente sonriente en el anuncio. Todos felices. Tienen una Coca cola con su nombre, se acabaron los problemas.